En estos últimos años todos los trabajos relacionados con el mundo del perro se han disparado de una forma vertiginosa, cada día salen nuevos profesionales que ven en este sector una salida laboral y una veta de mercado a explotar que no responde en muchos casos a una vocación ni a un Sentir mayor por el buen desarrollo de la potencialidad del Ser ni de la Educación, lo que está trayendo cambios sustanciales y cuanto menos susceptibles de ser analizados para promover el bienestar de nuestros compañeros caninos.
Concretamente en lo relacionado con la educación y el adiestramiento coexisten líneas y enfoques ideológica y metodológicamente diferentes e incluso opuestos, ante esta realidad que nos ocupa considero necesario hacer una reflexión y compartir mi opinión y mi visión profesional públicamente en respuesta a algunas ideas que conforman ciertas líneas de trabajo y de formación.
Originariamente el mundo del adiestramiento se reducía a la aplicación de técnicas meramente "conductistas" con un enfoque que se limitaba a actuar teniendo en cuenta únicamente la pauta dominancia/sumisión, lo que trajo en muchos, muchísimos casos, abuso, y lo que se puede considerar maltrato con la aplicación de técnicas por sistemas de presión, estímulos negativos y autoritarismo donde no se tenía en cuenta la emocionalidad ni la sensibilidad del Ser, ni mucho menos las características individuales y subjetivas que hacen que un ser pueda llegar a ser "libre pensante" y no un autómata al que se le inhibe toda expresión y se convierte en un sujeto alienado que en muchos casos activa su conducta por miedo, generando todo un abanico de problemas y afecciones tanto físicas como psíquicas en el perro.
Este enfoque mayoritario durante muchos años y según mi criterio, obsoleto, ha hecho surgir en contraposición lo que se ha denominado adiestramiento positivo, sistema que algunos de sus integrantes están llevando a un extremo en el que se pierde el enfoque global y cuya radicalización puede ser cuanto menos peligrosa para el bien del perro.
Partamos de la concepción de que la conducta y el aprendizaje implican una serie de mecanismos mucho más complejos que una deducción maniquea de bueno-malo.
Que sea una aberración reducir al perro a la pauta de dominancia/sumisión, no quiere decir que no debamos tenerla en cuenta y valorarla junto con otras tantas, ni que implique un trato abusivo inhibidor y destructor de carácter, pero cargarnos los postulados etológicos de que es un perro en su naturaleza, es igualmente una aberración.
En el trabajo con perros existe un concepto sagrado que es el "timing", el momento preciso de aplicar un refuerzo o una guía, y no solo el momento justo sino la duración y la presión de tono o de manipulación. Esto es el arte de la proporción exacta.
Un perro solo podrá desarrollar herramientas en su cerebro para la gestión emocional de situaciones que pueda percibir como negativas, con la integración en su educación de estímulos aversivos, en el debido estadio emocional y con el grado que nunca supere la molestia como efecto, guiando su conducta en la resolución de ese problema.
Este tipo de educación de la que hablo aumentará los umbrales de resistencia ante el estrés y asegurará herramientas para protegerse ante la potencialidad de desarrollar perfiles dependientes e inmaduros que en ciertas circunstancias de su vida pueden convertirse en patología.
Otra equivalencia lógica (las equivalencias lógicas son errores de asociación racional fijadas por el contexto y experiencia individual) asumida es igualar al término líder con figuras dictatoriales, con actitudes duras y dominantes....cuando un líder es una figura de equilibrio, de coherencia en el trato, de justicia, que interviene para asegurar la armonía y la convivencia en una manada o grupo social.
Y los perros son jerárquicos, necesitan una estructura de organización social jerárquica, los perros son neoténicos, lo que significa que perduran componentes infantiles durante todo su ciclo vital, por ello necesitan guías... sin ellas determinados perfiles de perros pueden generar también problemas de conducta tan graves como las producidas por el sistema tradicional. Personalmente cada vez me llegan más perros a terapia con cuadros de graves trastornos de ansiedad, de miedos y fobias, de estrés residual y trastornos psicosomáticos generados por la falta de un vínculo afectivo jerárquico adecuado con sus dueños.
Por estar sometidos y reducidos a una relación que se basa únicamente en refuerzos positivos, a base de premios, que lo único que logran es fijar en la conducta un interés egoísta y merma la capacidad emocional del perro y la posibilidad de hacer conducta por una voluntariedad afectiva y social que responda a una relación intersubjetiva adecuada entre perro y guía humano. Que necesitan un compromiso de exigencia para madurar y para su estabilidad tímica. Sin un marco de normas y límites esto es imposible.
Pero el conformar una figura de líder natural, esa figura de guía que le signifique una autoridad válida requiere una dotación de habilidades sociales, inteligencia emocional, autoestima sana en la personalidad que debemos desarrollar nosotros en primer lugar, y esto es en muchos casos complicado de llevar a la praxis porque no todo el mundo está dispuesto a enfocar en él mismo y no en su perro la mayor parte del trabajo, responsabilidad y esfuerzo.
Quiero añadir además que he comprobado en mi experiencia personal y profesional que vivimos en una sociedad de cultura de la apariencia donde vende lo políticamente correcto, cuyo fin populista esconde en su interior funcionamientos que responden a una doble moral.
He visto muchos perros eutanasiados por ser declarados irrecuperables por personas que se etiquetan y adueñan del concepto "educación en positivo" pero eso si, esas eutanasias detrás del telón, ante el público recriminan ferozmente un mero zamarreo en el cuello de un cachorro al que hay que poner normas.
Gemma Blanco
Escribir comentario
Maya (lunes, 17 mayo 2021 09:26)
Totalmente de acuerdo. Los perros necesitan una jerarquía, una orden de mando y hasta un 'toque' físico si se están pasando y desobedeciendo. Les da tranquilidad y pueden relajarse saber que alguien está al mando. He visto perros desquiciados porque sus dueños no imponían disciplina y entonces se creían obligados a tomar ellos el papel de "jefe de la manada" que no querían y que les generaba estrés, pues "su humano" no obedecía y era rebelde e insumiso.